Bienvenidos al país sin fronteras

Todo lo escrito rompe las fronteras de la libertad, son muestras de mis sentimientos y la verdad es que lamento que sólo me inspire la tristeza. No obstante, espero que os gusten mis textos/relatos, y si es posible, que os lleven a reflexionar. Un saludo.

martes, 8 de marzo de 2011

Sangre y Veneno: Las promesas.

El muñeco despierta, abre lentamente los ojos y se toma unos momentos para observar donde está. Se sienta y gira la cabeza a ambos lados, algo confuso porque sólo consigue ver una extensión plana de hierba y rosas que se funde con el horizonte. Desde el centro de su corazón se forma el calor, las heridas están curándose y le invade una sensación de extrema felicidad. Se sorprende sonriendo, pues no recordaba haber nacido con labios. El veneno ha desaparecido en su mayoría, se salva una gota en la grieta más profunda de su corazón, esperando a su momento. El calor también se proyecta desde atrás y golpea su espalda con delicadeza. Vuelve la vista hacia su espalda y su corazón enloquece, palpitando amor y transmitiendo pasión y ternura en su sangre, pues la muñeca de la sonrisa perfecta le mira como si él fuera su mundo, su única estrella en un manto nocturno cubierto. No hace falta decir nada que ambos corazones no estén diciendo ya, pues se oye cada latido con un eco imposible para tratarse de un lugar abierto. El muñeco la mira a los ojos y observa el infinito y la eternidad, siente que sus sueños están al alcance de su mano. Una bonita promesa ilumina sus sentimientos. Algo les atrae, se acercan poco a poco hasta que juntan sus labios en un delicado beso, ambos sienten la sonrisa y el alivio del otro, parece que por fin han encontrado lo que tanto tiempo llevaban buscando, aunque no se puede decir que los errores fueran en vano, porque les han hecho ser lo que son ahora, son exploradores de mil amores y mil fracasos.

Desconoce el paso del tiempo, pero se alejan un poco y siente aún la tentación casi inevitable de la necesidad de besarla. La muñeca le agarra fuerte de la mano y lo conduce a la nada, pues allí no hay nada más que hierba. Al muñeco no le importa, porque sabe que él sera feliz en cualquier lugar si ella está a su lado. Son opuestos e iguales al mismo tiempo. Una voz muy dulce le susurra al oído que cierre los ojos y el muñeco, emocionado, hace caso. Al cabo de unos segundos la misma voz le pide que los abra, que tiene algo para él. Impresionado, mira ahora a un paisaje completamente distinto, es un bosque, una cascada y un camino de altas rosas. Empiezan a caminar juntos de la mano y ambos extienden la mano libre para acariciar cada rosa. Su tacto es suave, tierno y cargado de esperanzas. Progresivamente, el muñeco nota más asperas las flores, y hace como que lo ignora, aunque no consigue quitárselo de la cabeza, hasta que inexplicablemente, una le provoca una herida en la mano, que no para de sangrar. El rojo de los pétalos es cada vez más oscuro. Y aunque saben que se están haciendo daño, siguen avanzando sin disculparse. Los cortes le llegan ya al torso, siente que poco a poco muere, e irónicamente se intenta curar aunque sabe que ya no servirá de nada. Las flores, ahora teñidas de negro representan pesadillas diferentes cada una, pero con un sentido común; la pérdida. El bosque, que en un principio les llenaba de serenidad ahora les llena de desesperación.

El crepúsculo no deja que caiga la noche y el agua de la cascada, transparente y pura antaño, ahora posee un color rojo muy intenso y oscuro. Cada paso es agonía, los latidos que susurraban antes amor y pasión, ahora son débiles y cargados de melancolía, susurran rencor. Poco a poco las manos se separan, ahora sienten la necesidad de alejarse. A punto de morir, un sólo paso les separa de una tumba de lirios. Se miran a los ojos y las promesas yacen rotas por el camino que han dejado atrás, están cargados de rencor, pero coinciden en que es inevitable dar el paso final. Avanzan el último metro y ambos caen al suelo cubierto de lirios.


Consciente de su letargo, el muñeco acaba despertando en una ciudad destruída y sombría, con la luna roja y completamente muerta. Siente que no está vivo, al mismo tiempo que percibe que todo ésto le es familiar. Sin más motivos que huir de sus miedos, comienza a andar.

-Sergi Bosch

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