Observo al cielo como si fuera un espejo; busco una respuesta. No creo en Dios pero creo en mí mismo. Circunstancias recientes que se manifiestan como unas balas hacen morir a la causa por la que lucho, busco respuestas en un mundo de preguntas. El frío que ahora mismo siento no sólo tiene su origen en el exterior, es autodefensa, ante un error que sólo me traerá dolor, una densa capa de hielo cubrirá mi corazón. Es contradictorio que no cese de autodestruirse para volver a recomponerse, es un hecho que ignora mis principios. Ahora mismo no puedo luchar con ellos y la confusión se expande cuando me pregunto si es porque realmente no quiero.
Y mientras me sereno rogando respuestas, los vestigios de mi determinación renacen, la huella de mis acciones permanece; es una chispa en un camino de pólvora. Si el miedo a perder me impide ganar, es algo que llevo en lo más interno de mi. La vida me demuestra que continúa impasible con o sin mi melancolía. El valor de vivir es un significado incompleto si no consigues que cada segundo cuente, el miedo a arriesgarte es lo que te impide ser feliz. Lo maravilloso de la vida es que todo tiene un final, un adiós, que hace más emocionante el poder saludar a tus sueños y abrazar a tus deseos, pues cada segundo nos acerca más a nuestra hora de expirar y los buenos momentos son los que a la tumba nos vamos a llevar.
El miedo nos controla, nos tiene prisioneros. Miedo al qué dirán, miedo al qué pensarán, miedo a qué pasará... es algo que para eliminar, primero hay que saber vivir con ello, hay que aprender a cargarlo a la espalda y en vez de pedir una carga ligera, pedir una espalda fuerte, pues la felicidad está en vivir la vida tal y como eres y no como quieren que seas.
-Sergi Bosch
No hay comentarios:
Publicar un comentario