Bienvenidos al país sin fronteras

Todo lo escrito rompe las fronteras de la libertad, son muestras de mis sentimientos y la verdad es que lamento que sólo me inspire la tristeza. No obstante, espero que os gusten mis textos/relatos, y si es posible, que os lleven a reflexionar. Un saludo.

martes, 20 de diciembre de 2011

Perdura.

Me desvelo pensando en lo que aún perdura,
y lentamente instante a instante
pierdo la cordura.
Qué bello escenario es la noche que acompaña
a mi soledad, que me aprieta cual atadura
y tapa el viendo a este corsario,
el retorno a la realidad.

La luz de mi lámpara ilumina el papel,
en el ataúd mi única posesión es este clavel
manchado de la tinta de todo cuanto siento,
perdido en el que es mi retiro en un vergel,
que tras mucho éxito caí en el intento
en un mundo que se derrumba por momentos.
Las paredes me aprisionan y no me dejan respirar,
el camino es difícil cuando se promueve la vanidad
y los pocos principios al coro de las risas
se abandonan por olvidar que es el suelo lo que pisas.

Al recordar pierdo toda cordura,
sé que mis heridas no tienen cura
y lentamente a esta hora me posee la locura,
tras esta dura despedida no hay pérdida.
Y ahora que me libro de mi atadura,
te confieso que en mi corazón tu recuerdo aún...
perdura.

Cuando se olvida lo empíreo al coro del designio
del delirio de este tirano que puebla mi mente
y prohíbe el paso al subconsciente que me recuerda
que cuando quise volver eterno lo efímero
la vida me golpeó y una espina se me clavó,
me envenena y nubla mi juicio de lo que pasó,
pero a susurros me recordó que para creer tengo que verlo
y por eso el destino y las normas no transitan mi sendero,
pues yo vivo como creo y creo que ya no hay premonición
que alumbre este lúgubre corazón, malherido de la ponzoña
de la visión de una sociedad innecesaria que a mi vida acompaña,
salpicado con su propia sangre por tu traición.

Y si esto es cuánto me queda, la agonía del pretérito
manchando en tu nombre cualquier mérito,
la revelación de que se corrompe lo legítimo,
del héroe de las causas perdidas que cae vencido,
con el escalofrío de la muerte inspirando terror
hiela mis huesos y congela mi mente,
pero su gran confianza es su mayor error
pues el miedo sólo ha despertado mi valor.
Si pienso en lo que se pierde y en lo que llega,
me doy cuenta de que este pájaro nunca despega
y como pega, la vida en el suelo carece de consuelo,
se pierde el conocimiento y se desarma el momento,
porque con gran desaliento reconoces que ahora tu única verdad
es mirar y suplicar piedad al firmamento encomendarte a lo etéreo.
La gran trampa de la corveta que mueve en dirección contraria la veleta.


Al recordar pierdo toda cordura,
sé que mis heridas no tienen cura
y lentamente a esta hora me posee la locura,
tras esta dura despedida no hay pérdida.
Y ahora que me libro de mi atadura,
te confieso que en mi corazón tu recuerdo aún...
perdura.


Ahora que todo está inconcluso y que me doy cuenta
de que en mi propia prisión estoy recluso,
tus palabras asaltan mi mente y pierdo la batalla,
no siempre gana quien se calla y vaya a dónde vaya
este sentimiento me persigue y me conmueve con la anarquía
de guiar mi vida en lo que feliz me hacía.
Es sólo otra promesa muerta y vacía,
porque si todo se reduce a un segundo,
recuerdo las estaciones de cada día moribundo,
sin duda estoy sólo en el mundo,
y mi único rezo es suplicar hogar como un vagabundo.

Y si todo se reduce a esto,
no hay posible lamento,
me voy con lo puesto
a volver real lo incierto.

-Sergi Bosch

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