Soy un náufrago a la deriva,
mi corazón ya no late,
mis pulmones ya no respiran.
Vivo mi espera y no sé que espero,
súbitamente recuerdo todo cuando quiero,
el oxígeno de mi bombona marca cero,
cierro los ojos... ya me muero...
Tras la larga travesía,
las horas se volvían equívocas,
las olas mi velero mecían
y pese a mi esmero,
no pude evitar la embestida.
Me desperté en arena, el mar me rodea
y un temor ahora presente como realidad
nubla mi atolondrada mente,
incita al miedo en mis venas.
Preso de la soledad ahora y sin remedio,
aguantaré mi lamento hasta el tedio,
con perdón relato mi versión,
no sé si saldré de aquí
y en estas páginas blancas,
igual sólo por si acaso,
voy a componer mi vida y mi fin
mi testimonio de que soy real
y de que existí.
Porque ahora con las nubes cubriendo el ocaso,
se hace insoportable el paso de la conclusión
de mis días, mi alma no encuentra posible la calma
y ya no puedo impugnar cuerdo con la idea
de reducir mi mundo a este perdido rincón.
Puede que vivido lo vivido, ha rehuido el motivo
pero no me sorprende, Dios nunca me ha querido,
y contando ahora cada latido me pregunto,
si la importancia de cada momento,
algún peso fuera de mi universo tuvo,
porque evocando lo que una vez hubo,
lo que tuve y con desidia desprecié,
no me lo puedo creer, lo que daría
por volverlo a tener.
Quizás la condena es justa,
arde como el golpeo de una fusta
y ahora que me encuentro en el destierro
proclamo; ¡Dios, jamás extinguirás en mi el verbo!
Soy un náufrago a la deriva,
mi corazón ya no late
mis pulmones ya no respiran.
Vivo mi espera y no sé que espero,
súbitamente recuerdo todo cuanto quiero,
el oxígeno de mi bombona marca cero,
cierro los ojos... ya me muero...
Cada día se vuelve un suplicio,
y sé que todo está tan mal
cuando regodearme se vuelve un vicio,
cuando la sinfonía del infierno suena
sin igual y me reclama,
y como reclamo la esperanza de un futuro
lejos de este invierno que a golpes
me ha vuelto maduro.
Qué más da su eterna sonrisa,
si el viento que azota mi rostro,
acompaña a la brisa con la premisa
de que la espera siempre se paga cara.
Aquí en mis últimas horas no hay rasgos
de piedad etérea, entera está la complicidad
entre del testamento de mi lamento,
ahora cubierto de amargura,
de la que penetra los huesos, de verdad.
Y no sé cuanto dura el final ni que se espera,
pero si se que prefiero afrontar el desenlace
con valor, pase lo que pase, mejor de pie,
que sobrevivir mal. Y sin igual,
creo que va siendo hora de aceptar la verdad,
nunca creí que en mi muerte todo fuera tan... normal,
me confieso, fracasé con mi sueño
y con lágrimas empaño lo escrito pues es cierto,
siempre quise volver real lo incierto.
Soy un náufrago a la deriva,
mi corazón ya no late
mis pulmones ya no respiran.
Vivo mi espera y no sé que espero,
súbitamente recuerdo todo cuanto quiero,
el oxígeno de mi bombona marca cero,
cierro los ojos... ya me muero...
Y ahora que está todo por terminar,
una ternura inesperada visita el término,
el desenlace del epílogo de este viajero
atrapado por huir del amor irónico,
por escapar de lo típico, por negar el temor
a mentir, por luchar por lo que quiero,
por vagar por el camino inesperado,
ignorando el reclamo del sendero de rosas,
y tras tan trágico cuento, me doy cuenta
de que así están las cosas.
Para tan triste narración, no hay balsa
que me mantenga a flote, no hay coraza
que resista este choque.
Puede que sólo veas el delirio de un corazón,
desde siempre varado, a la deriva
suplicando perdón consciente de que está acabado.
Este funesto relato, para mi es mi vida,
para ti es la lectura de un rato.
Ahora que sólo me queda dejar de respirar,
sonrío pues caigo en la cuenta...
de que un final feliz, es una historia sin acabar.
-Sergi Bosch
Bienvenidos al país sin fronteras
Todo lo escrito rompe las fronteras de la libertad, son muestras de mis sentimientos y la verdad es que lamento que sólo me inspire la tristeza. No obstante, espero que os gusten mis textos/relatos, y si es posible, que os lleven a reflexionar. Un saludo.
lunes, 26 de diciembre de 2011
martes, 20 de diciembre de 2011
Perdura.
Me desvelo pensando en lo que aún perdura,
y lentamente instante a instante
pierdo la cordura.
Qué bello escenario es la noche que acompaña
a mi soledad, que me aprieta cual atadura
y tapa el viendo a este corsario,
el retorno a la realidad.
La luz de mi lámpara ilumina el papel,
en el ataúd mi única posesión es este clavel
manchado de la tinta de todo cuanto siento,
perdido en el que es mi retiro en un vergel,
que tras mucho éxito caí en el intento
en un mundo que se derrumba por momentos.
Las paredes me aprisionan y no me dejan respirar,
el camino es difícil cuando se promueve la vanidad
y los pocos principios al coro de las risas
se abandonan por olvidar que es el suelo lo que pisas.
Al recordar pierdo toda cordura,
sé que mis heridas no tienen cura
y lentamente a esta hora me posee la locura,
tras esta dura despedida no hay pérdida.
Y ahora que me libro de mi atadura,
te confieso que en mi corazón tu recuerdo aún...
perdura.
Cuando se olvida lo empíreo al coro del designio
del delirio de este tirano que puebla mi mente
y prohíbe el paso al subconsciente que me recuerda
que cuando quise volver eterno lo efímero
la vida me golpeó y una espina se me clavó,
me envenena y nubla mi juicio de lo que pasó,
pero a susurros me recordó que para creer tengo que verlo
y por eso el destino y las normas no transitan mi sendero,
pues yo vivo como creo y creo que ya no hay premonición
que alumbre este lúgubre corazón, malherido de la ponzoña
de la visión de una sociedad innecesaria que a mi vida acompaña,
salpicado con su propia sangre por tu traición.
Y si esto es cuánto me queda, la agonía del pretérito
manchando en tu nombre cualquier mérito,
la revelación de que se corrompe lo legítimo,
del héroe de las causas perdidas que cae vencido,
con el escalofrío de la muerte inspirando terror
hiela mis huesos y congela mi mente,
pero su gran confianza es su mayor error
pues el miedo sólo ha despertado mi valor.
Si pienso en lo que se pierde y en lo que llega,
me doy cuenta de que este pájaro nunca despega
y como pega, la vida en el suelo carece de consuelo,
se pierde el conocimiento y se desarma el momento,
porque con gran desaliento reconoces que ahora tu única verdad
es mirar y suplicar piedad al firmamento encomendarte a lo etéreo.
La gran trampa de la corveta que mueve en dirección contraria la veleta.
Al recordar pierdo toda cordura,
sé que mis heridas no tienen cura
y lentamente a esta hora me posee la locura,
tras esta dura despedida no hay pérdida.
Y ahora que me libro de mi atadura,
te confieso que en mi corazón tu recuerdo aún...
perdura.
Ahora que todo está inconcluso y que me doy cuenta
de que en mi propia prisión estoy recluso,
tus palabras asaltan mi mente y pierdo la batalla,
no siempre gana quien se calla y vaya a dónde vaya
este sentimiento me persigue y me conmueve con la anarquía
de guiar mi vida en lo que feliz me hacía.
Es sólo otra promesa muerta y vacía,
porque si todo se reduce a un segundo,
recuerdo las estaciones de cada día moribundo,
sin duda estoy sólo en el mundo,
y mi único rezo es suplicar hogar como un vagabundo.
Y si todo se reduce a esto,
no hay posible lamento,
me voy con lo puesto
a volver real lo incierto.
-Sergi Bosch
y lentamente instante a instante
pierdo la cordura.
Qué bello escenario es la noche que acompaña
a mi soledad, que me aprieta cual atadura
y tapa el viendo a este corsario,
el retorno a la realidad.
La luz de mi lámpara ilumina el papel,
en el ataúd mi única posesión es este clavel
manchado de la tinta de todo cuanto siento,
perdido en el que es mi retiro en un vergel,
que tras mucho éxito caí en el intento
en un mundo que se derrumba por momentos.
Las paredes me aprisionan y no me dejan respirar,
el camino es difícil cuando se promueve la vanidad
y los pocos principios al coro de las risas
se abandonan por olvidar que es el suelo lo que pisas.
Al recordar pierdo toda cordura,
sé que mis heridas no tienen cura
y lentamente a esta hora me posee la locura,
tras esta dura despedida no hay pérdida.
Y ahora que me libro de mi atadura,
te confieso que en mi corazón tu recuerdo aún...
perdura.
Cuando se olvida lo empíreo al coro del designio
del delirio de este tirano que puebla mi mente
y prohíbe el paso al subconsciente que me recuerda
que cuando quise volver eterno lo efímero
la vida me golpeó y una espina se me clavó,
me envenena y nubla mi juicio de lo que pasó,
pero a susurros me recordó que para creer tengo que verlo
y por eso el destino y las normas no transitan mi sendero,
pues yo vivo como creo y creo que ya no hay premonición
que alumbre este lúgubre corazón, malherido de la ponzoña
de la visión de una sociedad innecesaria que a mi vida acompaña,
salpicado con su propia sangre por tu traición.
Y si esto es cuánto me queda, la agonía del pretérito
manchando en tu nombre cualquier mérito,
la revelación de que se corrompe lo legítimo,
del héroe de las causas perdidas que cae vencido,
con el escalofrío de la muerte inspirando terror
hiela mis huesos y congela mi mente,
pero su gran confianza es su mayor error
pues el miedo sólo ha despertado mi valor.
Si pienso en lo que se pierde y en lo que llega,
me doy cuenta de que este pájaro nunca despega
y como pega, la vida en el suelo carece de consuelo,
se pierde el conocimiento y se desarma el momento,
porque con gran desaliento reconoces que ahora tu única verdad
es mirar y suplicar piedad al firmamento encomendarte a lo etéreo.
La gran trampa de la corveta que mueve en dirección contraria la veleta.
Al recordar pierdo toda cordura,
sé que mis heridas no tienen cura
y lentamente a esta hora me posee la locura,
tras esta dura despedida no hay pérdida.
Y ahora que me libro de mi atadura,
te confieso que en mi corazón tu recuerdo aún...
perdura.
Ahora que todo está inconcluso y que me doy cuenta
de que en mi propia prisión estoy recluso,
tus palabras asaltan mi mente y pierdo la batalla,
no siempre gana quien se calla y vaya a dónde vaya
este sentimiento me persigue y me conmueve con la anarquía
de guiar mi vida en lo que feliz me hacía.
Es sólo otra promesa muerta y vacía,
porque si todo se reduce a un segundo,
recuerdo las estaciones de cada día moribundo,
sin duda estoy sólo en el mundo,
y mi único rezo es suplicar hogar como un vagabundo.
Y si todo se reduce a esto,
no hay posible lamento,
me voy con lo puesto
a volver real lo incierto.
-Sergi Bosch
domingo, 11 de diciembre de 2011
Desde mi ventana.
Desde mi ventana veo el mundo,
es tan complejo y lo estudio...
Espero tu voz, pero es la noche
quien me llama...
Mi miedo mi refugio desde el ayer,
observo que mis ojos no te volverán a ver...
y ya no me arriesgo, algo habrá que hacer.
La luz de mi vida me la da el farol,
ilumina una triste noche bello candil
y me recuerda,
que quizás me equivoqué de carril.
Desde mi ventana miro al cielo
y muere todo en lo que creo.
Desde mi ventana, oigo un susurro, me llama
me espera la agonía del mañana
y espero vivir sabiendo qué quiero...
Desde mi ventana miro al cielo,
y muere todo en lo que creo.
Desde mi ventana, oigo un susurro, me llama
y espero llegar vivo a mañana,
para retomar el vuelo y levantarme del suelo,
pero es que ya no hay ningún consuelo...
Las nubes con el frío me acompaña,
y al mirar al espejo revivo
todo cuanto me daña.
Quizás no debería de haber comenzado,
puede que fuera un error haber empezado...
pero ya sin duda se ha terminado.
Y yo, sentado en mi cama acabado
espero un futuro en el que reciba
lo que doy y un presente no tan efímero.
Y me despido, hoy, adiós,
porque cada día esta más cerca mi partida
y ya me voy...
Desde mi ventana miro al cielo,
y muere todo en lo que creo.
Desde mi ventana, oigo un susurro,
me llama, me espera la agonía
del mañana y espero vivir,
sabiendo que quiero...
Desde mi ventana miro al cielo,
y muere todo en lo que creo.
Desde mi ventana, oigo un susurro,
me llama y espero llegar vivo
a mañana, retomar el vuelo y levantarme
del suelo...
pero es que ya no queda ningún consuelo...
-Sergi Bosch
es tan complejo y lo estudio...
Espero tu voz, pero es la noche
quien me llama...
Mi miedo mi refugio desde el ayer,
observo que mis ojos no te volverán a ver...
y ya no me arriesgo, algo habrá que hacer.
La luz de mi vida me la da el farol,
ilumina una triste noche bello candil
y me recuerda,
que quizás me equivoqué de carril.
Desde mi ventana miro al cielo
y muere todo en lo que creo.
Desde mi ventana, oigo un susurro, me llama
me espera la agonía del mañana
y espero vivir sabiendo qué quiero...
Desde mi ventana miro al cielo,
y muere todo en lo que creo.
Desde mi ventana, oigo un susurro, me llama
y espero llegar vivo a mañana,
para retomar el vuelo y levantarme del suelo,
pero es que ya no hay ningún consuelo...
Las nubes con el frío me acompaña,
y al mirar al espejo revivo
todo cuanto me daña.
Quizás no debería de haber comenzado,
puede que fuera un error haber empezado...
pero ya sin duda se ha terminado.
Y yo, sentado en mi cama acabado
espero un futuro en el que reciba
lo que doy y un presente no tan efímero.
Y me despido, hoy, adiós,
porque cada día esta más cerca mi partida
y ya me voy...
Desde mi ventana miro al cielo,
y muere todo en lo que creo.
Desde mi ventana, oigo un susurro,
me llama, me espera la agonía
del mañana y espero vivir,
sabiendo que quiero...
Desde mi ventana miro al cielo,
y muere todo en lo que creo.
Desde mi ventana, oigo un susurro,
me llama y espero llegar vivo
a mañana, retomar el vuelo y levantarme
del suelo...
pero es que ya no queda ningún consuelo...
-Sergi Bosch
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